A veces la vida nos da sacudidas hasta sacarnos de la zona de confort. Una experiencia pasada me llevó a esta reflexión que comparto con ustedes ahora:
Redactamos nuestra historia a mano, tenemos el lápiz y el papel. Así que, si algo falla, contamos con el poder de corregirlo y reescribir. El personaje principal, nosotros mismos, escogemos quiénes sí y quiénes no estarán en esta nueva historia, por qué lucharemos ahora y cómo lo haremos, incluso decidimos si debiéramos crear una nueva versión de nosotros mismos.
¿Y si tomamos un rumbo diferente al plan?
Un cambio de dirección no es el final de algo, es el comienzo de una nueva ilusión. No debemos menospreciar el poder de los inicios, muchas veces son los impulsadores de la felicidad.
Puede que cause temor ver la hoja de papel en blanco y en la mente surja el ¿Y ahora qué es lo que continúa?, cuando en realidad lo que sigue es nuestra esencia, lo que siempre fuimos, pero que nunca nos atrevimos a Ser.
Aunque no sea fácil reconocerlo, ganamos la batalla cuando somos capaces de moldear la realidad con nuestras manos y convertimos el dolor en resiliencia.
«Somos los artistas de nuestra propia escultura, somos los co-creadores de la realidad».
Empezar de nuevo no es perderlo todo. Es tomar la experiencia vivida y con sabiduría escoger lo que es mejor para nosotros, incluso reconocer cuál es la «Tribu», el espacio que verdaderamente nos pertenece.
Adelante, asume los retos que conllevan construir la felicidad. Ve tras lo que amas y afronta los desafíos que sean necesarios, aunque eso implique dejar algo atrás.
“Nunca es demasiado tarde para convertirte en quien quieres ser. Espero que vivas una vida de la que estés orgulloso y si descubres que no, espero que tengas la fuerza para comenzar de nuevo». Scott Fitzgerald